Por Ommar Ayala
El fin de semana escuché una plática acerca de las actitudes en los cristianos, y me pareció interesante el ponerme a reflexionar acerca de varias situaciones que a veces nos suceden en la vida cotidiana.
Por una parte el conferencista indicó que una buena actitud frente a un problema puede hacer la diferencia, (aunque esa situación sea difícil), creo que tiene la razón. A veces los problemas vienen por racimos como en Tsunami, algunos los recienten más por estos tiempos de crisis donde la economía y la descomposición social son las noticias de todos los días. Y es cuando nuestra fe se pone a prueba, cuando las cosas no salen bien, la pregunta obligada es ¿Cómo hemos enfrentado esas situaciones? ¿Con sabiduría de Dios o visceralmente?
En alguna parte el conferencista se detuvo e hizo gesticulaciones que bien parecieran familiares para muchos de nosotros, cuando algún auto se nos cierra en el camino sin previo aviso o cuando suben la gasolina y ya no traemos dinero en la cartera siendo principio de semana, entre otras.
Con la actitud que tomemos ante esos “pequeños detalles” de la vida demostramos lo que somos y todo se puede resolver o venir abajo con la postura que muchas veces tomamos para con nosotros y los demás. Un enunciado que muchos cristianos hemos dicho, alguna vez es “nadie es perfecto”, y es verdad nadie lo es, pero ejemplo tenemos en el Señor Jesucristo para poder intentar cada día parecernos un poco más a Él.
En toda la Biblia no encuentro una mala actitud del Señor para con sus discípulos o un mal entendido para con sus semejantes, todo lo hizo por amor y convicción en lo que emprendió, estoy seguro que por la expresión de su rostro muchos le siguieron.
Llegando a casa, hice un ejercicio, me puse frente al espejo y puse en práctica lo que había escuchado, me cuestioné si yo fuera inconverso ¿me acercaría a esta persona que estoy viendo para pedirle ayuda o pediría un consejo si me siento mal? Sinceramente me sorprendí, a veces nuestras actitudes y mala cara han hecho que muchas personas nos den la vuelta porque piensan que estamos molestos o con mucha tensión para poder escuchar lo que les pasa.
Desde ese día le pedí perdón a Dios por mis malas actitudes, y en lo posible trato de relajarme ante situaciones difíciles, dice el libro de Proverbios: El corazón alegre hermosea el rostro; Más por el dolor del corazón el espíritu se abate.
Intentemos cambiar nuestras malas actitudes para con nuestros familiares, vecinos y hermanos en la fe, y procuremos dar una sonrisa a los demás, estoy seguro de que muchos notarán la diferencia.
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